Pedro Castera

on viernes, 6 de marzo de 2009

En 2004 la editorial Cal y Arena publicó dentro de su serie Imprescindibles una selección de la obra de Pedro Castera (1846-1906), realizada por Antonio Saborit. Esta edición debe considerarse como un suceso, ya que la obra de Castera había ido apareciendo ya en la Biblioteca del Estudiante Universitario, núm. 104 que reúne la colección de cuentos Las minas y los mineros y la novela Querens; ya en la Colección de Escritores Mexicanos de Porrúa Carlos González Peña prologó Carmen, memorias de un corazón, novela que hizo famoso al autor. Imp
resiones y recuerdos, Los maduros y Dramas de un corazón fueron recogidos a su vez por Luis Mario Schneider, quien se había dedicó a la vida y obra de este singular hombre de letras.

Sin embargo de la publicación de sus obras durante estos años, es la antología de Saborit --a mi ver-- la que asume una lectura distinta de Castera y su obra, y la que permite renovar el interés por este autor. Pueden leer la apasionada nota "Castera, el escritor con algo de fantástico" escrita y publicada por Saborit que da una panorámica de la atractiva biografía de nuestro autor. A pesar de esto, el halo en torno a la obra de Castera y a su figura de escritor recluido por una crisis nerviosa y de espiritista no deja aún acercarse del todo a sus interesantes textos.

Castera como otros de sus contemporáneos (Amado Nervo, Francisco I. Madero) viven en un mundo donde lo insólito y lo científico se imbrican. Castera estaba familiarizado con la obra de Emanuel Swedenborg 
y de Helena von Hahn mejor conocida como Madame Blavatsky (hay una fundación que lleva su nombre, ver aquí), cuya obra difundió la teosofía entre los hombres finiseculares; la obra de ambos tiene seguidores aún en nuestros días. A este ingrediente debe sumarse la popularidad de la narrativa de ciencia ficción de Jules Verne, y la difusión de la obra de Camille Flammarion (L'Atmosphere: Météorologie Populaire, Paris, 
1888, el famoso grabado de esta edición se reproduce aquí a la izquierda), esto y más convive durante aquellos años con que se va cerrando el siglo XIX. Entre ciencia y seudociencia, entre el mito del progreso infinito y de la ciencia como forma de racionalidad que es capaz de atisbar, estudiar y comprobar lo espiritual se debaten los desamparados hombres decimonónicos, entre ellos Pedro Castera con su prosa mecida entre la esperanza y la desilusión.

5 intensos murmullos:

Unknown dijo...

Mariana, no olvides que ésta es la última semana para cambiar/rectificar las calificaciones.

Atte. Los necesitados

Unknown dijo...

Hola Mariana.
Soy Libertad Paredes, te escribo para recordarte el cambio de mi calificación.
Muchas Gracias.
Está padrisima la página.

Dulce Adame dijo...

Me da mucho gusto que se haya hecho un blog en torno a la literatura mexicana del siglo XIX. Yo particularmente tengo un gran interés en Pedro Castera, ya que por sí mismo es todo un personaje y todavía hay cosas que dilucidar, tanto de su vida como de su obra. Ya estoy en eso y espero que pronto pueda compartirlo. Saludos.

Unknown dijo...

Gracias por el recordatorio de Los Necesitados, entre ellos Libertad. Respecto a Pedro Castera, pues como muchos otros autores del siglo XIX su obra simplemente requiere de ánimos diferentes para apropiarnos de ellos. Qué gusto que Castera esté recibiendo más atención.

Anónimo dijo...

...En fin, estoy en parciales, busco un tanto de Pedro Castera, por supuesto que si no fuese por la materia de narrativa del siglo xix, ni idea de este cuate.
Saludos por compartir y gracias.

Indira

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